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El Universo Maya

  • El amor

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    Te trajeron, con los ojos tristes, con los labios callados,

    te tomè en mis brazos, acariciando el  silencio

    como lo  acordaron nuestros padres.

    Arrropè tus tristezas, te ofrecì mis cuidados y el desapego,

    volviendo el brillo tibio de la vida en el espejo de tus ojos,

    como una flor en primavera,  enjambre del tiempo.

    Amamos  aquella chocita sin mas calor que de flores,

    en la esquina de un cerro al lado de un rìo,

    como el alma natural de los pueblos, tambien el barro y el agua;

    porque ese es nuestro origen y en el nos fundimos para la tradicion duradera.

    Morimos naciendo de nuevo, ahora en un mundo distinto, tan lejos o cerca ,

    nutriendo el momento, el segundo de espera, con aire y nostalgia.

    Perdura  la esencia  en  la presencia de la salida del  sol,

    lila,  fuego naranja, con  energìa expansiva,

    en tonos brillantes y en  el firmamento buscando todo este cielo,

    cerca de la luna,  reflejo de  vida, nuestra plenitud.

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  • Amor Secreto

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    Autor invitado: Francisco Lujàn

     

    El amor màs fuerte es secreto,

    es el que siempre està……….ausente.

    Se vive en sueños, pero concreto,

    y al despertar algo queda pendiente.

     

    Es invisible pero es lo màs bello,

    es la luz y es la sombra,

    y en ese amor es todo aquello,

    que se siente y no se nombra.

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 15

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    La ciudad dormida, la necrópolis  está de  fiesta.

    -En la noche del día de finados nuay que salir de la casa, hay que acostarse temprano, porque los finados siempre salen a rondar el pueblo y si encuentran a cualquiera en la calle, como le sucedió a don Canuto, se lo gana-, aconseja doña Trementina Caray.

    Son  las once de la noche, del dos de noviembre, día de finados.

    -Enchamárrense muchá-, ordena doña Trementina Caray.

    -Ya mama-, responde Meco.

    En las calles se oyen pasos, y los perros ladran,  chillan.

    “Ven lo que muchos no ven”, dicen en el pueblo.

    Y doña Trementina Caray sigue sembrando miedo: -Dicen que los brujos van de noche al cementerio a hacer entierros y a sacar huesos de muertos para brujear a alguien.

    -Shó mama, ya no siga jodiendo-, se queja Meco.

     

    La noche ha caído y su música negra lo inunda todo…

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 14

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    La alegría sigue. Hay zarabanda durante todo el día y toda la noche.

    -Tío Chema, recuerdo que uno de los cementerios más grandes de nuestro país es el de Xela.

    -Así es Juan de Dios. No en vano Quetzaltenango  es la segunda ciudad  más importante y grande del país. Por cierto, ¿has escuchado la historia de la gitana Vanushca?

    -Algo, pero sería bueno que la cuente, para que John se siga sorprendiendo.

    Y tío Chema, con el mayor de los gustos, narra la historia:

    “En aquel entonces, la llegada de gitanos a una ciudad daba mucho de qué hablar.  Y si era pueblo, como el nuestro, peor… Se corría la voz de que los gitanos robaban niños para ofrecerlos en sacrificio a los demonios; que eran amorales,  brujos, ladrones y pendencieros.  Un montón de babosadas. A la sazón, la gitana Vanushca, una joven y hermosa  muchacha, conoció a un patojo apuesto, hijo de una  familia ricachona. Se enamoraron, pero los familiares de Vanushca le advirtieron que su destino era contraer matrimonio con un hombre de su nación y proseguir su vida errante, mientras que los parientes del joven le regañaron por haber elegido una muchacha de orígenes tan humildes y dudosos. Sin embargo,  continuaron viéndose en secreto y jurándose amor eterno.

    Pronto los colgados o enamorados fueron descubiertos y cada bando echó mano a los medios más drásticos para formalizar la separación: Vanushca fue encerrada en uno de los carromatos de los gitanos, mientras que el joven fue obligado por su familia a irse con rumbo a España. Pronto ambas familias conocerían la terquedad del amor.

    Ya en el puerto, el muchacho sobornó a los marineros para que lo dejaran escapar. Sigilosamente se acercó por la noche al carromato de Vanushca y conversó con sus familiares; éstos le indicaron que si quería casarse con ella, debía convertirse en uno de ellos y compartir su destino errante. El joven, para alegría de Vanushca, aceptó. Ni modo: estaban bien colgados.  No obstante, la felicidad duró poco tiempo: días después, advertidos los familiares del joven de su huida y de su presencia entre los gitanos, reunieron a las fuerzas policiales para agarrarlo.  Al saberlo, los amantes huyeron. Cercados por la policía, prefirieron arrojarse a un barranco y morir juntos que soportar la separación.

    Vanushca fue enterrada en una humilde tumba del cementerio de Quetzaltenango, mientras el joven descansa en el panteón de su familia. Al panteón de Vanushca llegan hombres y mujeres a pedirle suerte en todo, sobre todo, en el amor.  Escriben en su panteón muchas cosas. Las  mujeres se acercan a dejar ofrendas y  trozos de papel con pedidos desesperados para lograr su intercesión en asuntos de amores contrariados.  Muchos cuentan que los fantasmas de Vanushca y su prometido se encuentran en las puertas del cementerio, por las noches. Los ven tomados de las manos caminando y besándose, y haciendo cosas que no puedo decir…”

     

    Doña Elena, que ha escuchado muy atenta, toma la palabra:

    -De esa interesantísima historia, hay varias versiones. Mi mamá me contó otra versión…

    -Desembuche tía Elena-, interrumpe emocionado Juan Huista.

    Y ella responde:-Desembuche será, ya ni que fuera gallina. Pero, bueno, con gusto lo hago mijo. Contaba mi mamá que Vanushca era de Hungría, mientras hay quienes aseguran que de la India. Lo que sí, es que murió de amor, más o menos como sucedió con María, la Niña de Guatemala.

    La hermosa  gitana llegó en un circo húngaro que se instaló en Quetzaltenango por tres meses. A la primera función asistieron los más importantes personajes y autoridades, entre ellos, el hijo del gobernador. Y le robó el corazón. Se amaron a escondidas, hasta que llegó a oídos del padre quien, opuesto al amor secreto, mandó al patojo en contra de su voluntad rumbo a España.

    Vanushca murió esa misma noche. Cuentan que solo chilladera era. El muchacho nunca llegó a España, porque se tiró al mar. Dicen que cuando el gobernador se enteró de esto, se ahorcó.

    La misteriosa gitana está enterrada en el cementerio de la ciudad de Quetzaltenango. Su tumba es pintada periódicamente y se mantiene adornada con flores del día. Sus paredes están llenas de mensajes de amor como la siguiente: “Gracias, Vanushca, porque ya me quiere”.

    La lápida indica que existió alguien llamada Vanushca Cárdenas Barajas, quien nació el 10 de marzo de 1910 y murió del 10 de noviembre de 1927. El epitafio deja claro que su amor no correspondido murió lejos: “El hombre que yo amé en vida, sus restos yacen en la madre España”.  Ahora miles acuden a ella para pedirle favores, sobre todo: ¡los de amor!

    -Esta versión me parece que es la más exacta- reconoce tío Chema y cuestiona, ¿y eso de la rosa roja que aparecía sobre su tumba?

    Y doña Elena vuelve a tomar la palabra: Todos los días sobre su tumba aparecía una rosa roja.  Y todos se preguntaban por qué cada mañana sobre el panteón aparecía la rosa, si nadie entraba al cementerio. El guardián y los demás trabajadores no sabían nada.

    ¿Quién  pone la rosa roja sobre la tumba? Se preguntaban todos.  Y vigilaban las entradas al camposanto, y nada.  La rosa roja aparecía  siempre.

    La mujer de la tumba era la gitana Margarita Mielos, conocida también como Vanushca, como ya lo dije,  y dice la leyenda que quien todas las mañana llevaba una rosa roja era  un su enamorado,  un patojo,  10 años menor que ella, de la alta sociedad de Quetzaltenango.

    El misterio se hizo grande cuando el enamorado se casó, se fue a vivir a la ciudad de Guatemala y murió en la miseria y a pesar de eso la rosa roja seguía apareciendo sobre su tumba.

    En ese momento, llegó don Fernando Morales Velásquez, hermano del famoso Posh, y dijo: Veo que están en una charla muy amena.

    -Así es don Fernando. Estamos hablando de Vanuscha- respondió tío Chema.

    -Muy interesante. Sobre esa hermosa gitana, hay varias versiones-respondió don Fernando, quien vivió en la poética aldea de Monajil.

    Y doña Elena le solicitó: Don Fernando, hágase usted la campaña de compartir lo que sobre Vanushca sabe, claro, si no es mucha molestia.

    -Es un gusto doña Elena- respondió don Nando, como le llamaban cariñosamente  y  empezó a narrar: La leyenda dice que Vanushca llegó a Quetzaltenango procedente de España, con un grupo de gitanos que se instalaron en el río de La Ciénega, lo que hoy se conoce como la zona 2.

    Durante su estadía entre 1917 y 1918,  conoció al joven de la alta sociedad de Quetzaltenango. La familia de este joven se espantó con la noticia y a toda costa evitó el romance entre estos jóvenes.

    Como en la historia de Romeo y Julieta, la familia de los gitanos emigraron a Mazatenango y ante ese alejamiento al que fue obligada, Vanushca opta por tomar una pócima venenosa que le causa la muerte y al morir su padre decide traerla a esta ciudad para darle sepultura y según los registros históricos de la administración del cementerio, la mujer que se encuentra en esa dirección es Margarita Mielos, también conocida como Vanushca, quien murió a los 36 años a causa de una herida gástrica ocasionada por una sustancia química.

    Aunque el enamorado era conocido en la alta sociedad quetzalteca, de ese tiempo, se sabe que se casó, luego viajó a la capital donde se gastó su fortuna en licor, no tuvo hijos y murió en la mendicidad.

    En la actualidad mucha gente acude en busca de la energía de Vanushca, otros le dicen el milagro de amor, para pedir favores especialmente de amor, quienes logran el favor colocan flores sobre su tumba y en ocasiones la pintan.

    De esa cuenta la tradición de que siempre habrá flores frescas sobre la tumba de Vanushca se mantiene a pesar del paso de los años.

    Por cierto, unos desgraciados quebraron la cruz de mármol que Antonio Mielos, padre de Vanushca trajo de Italia. Luego desconocidos instalaron una placa de mármol que desvirtúa la verdadera historia de Vanushca, en la que hacen alusión a una joven de apellidos Barajas Cárdenas que se encuentra en esa tumba y además hace referencia a que su enamorado yace en España,  y nadie  ha  corregido ese  error. ¿Y las autoridades? Como siempre: brillando por su ausencia.

     

    -Muy interesante-, dice John, mientras escribe los últimos caracteres en su libreta.

     

     

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 13

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    La zarabanda está, como de costumbre: alegre.

    Abundan los borrachines que no se sabe si bailan o solamente brincan.

    Al respecto, Juan Huista que, al igual que los demás espectadores, mirones, shutes o noveleros  que ríe a carcajadas, dice, señalando a los borrachos: “Parece un cucarachero cuando se le echa oko”.

    Y las carcajadas proliferan.

    Bajo  la lluvia de notas musicales bailan.

     

    Neco,  hijo de Zacarías,  vende chupetes, cuyos palitos lleva clavados en un rosado trozo de mata de guineo majunche.

    -“Cooompren chupeeeetes.  Cooompren chupeeeetes…”-, ofrece.

    Camina entre los  mirones llevando asida con las dos manos su mercancía, erguido el trozo de guineo con sus chupetes cubiertos con papel de china de llamativos colores.

     

    -Este cementerio tiene más de 400 años de existencia, en cuyo centro  erigieron los antiguos habitantes una cruz de las ánimas, la cual aún se puede observar-, afirma don Filomeno Hernández Domínguez.

     

    No se sabe cuándo se realizó el primer enterramiento. Las primeras sepulturas han desaparecido, debido a  que las personas fueron enterradas en tierra.

     

    -Mija, pasame más boquitas-, ordena don Juan José Lemus.

    Y doña Carmen responde:-Solo fiambre  hay.

    -Ah, por eso no te preocupés, que para nosotros, hasta el jocote verde sale calidá…

    Y ríen.

     

    -Tío Chema, ayer usted habló sobre la festividad de Todos Santos Cuchumatán. ¿Puede contarnos más al respecto?-, solicita John, que, a pesar de que ha consumido muchas copas de comiteco, se mantiene en pie.                                                                                                                                                        

    -Con gusto mi amigo. La Carrera de las Ánimas es una de las principales actividades ceremoniales mayas en Huehuetenango, que data de la época Prehispánica.

    Se ha mantenido vigente con el paso de los años y cada 1 de noviembre viste sus mejores galas para presentar, ante propios y extraños, un ritual lleno de valentía y coraje de los participantes de Todos Santos Cuchumatán, donde sobresale el colorido del traje de esa región.

    Esta actividad, también llamada Juego de Gallos, comenzó porque 13 jinetes iniciaban a caballo la travesía de Totonicapán, pues debían llegar a una casa de velación antes de la medianoche del 31 de octubre.

    Se hacía con 13 jinetes porque este número, según la creencia prehispánica, era sagrado para los mayas. De esa cuenta, sacrificaban 13 aves a sus ancestros, cuya sangre es ofrecida a la tierra.

    Durante las primeras horas del 1 de noviembre hacen oraciones y un velatorio por las ofrendas para sus antepasados.

    También solicitan permiso a la madre naturaleza para comenzar las anteriores actividades, cuyo propósito era pedir buenas cosechas, alimentos y tener prosperidad a lo largo del nuevo año.

    Los integrantes de la cofradía, dirigidos por un guía espiritual son los encargados de la organización del evento.

    Desde temprana hora los visitantes se dan cita en el lugar destinado para esta tradición, en el cual un gallo es colgado de las patas en un extremo de la pista para que los montadores le arranquen la cabeza y luego ofrezcan la sangre del animal a la madre tierra.

    Constituye una forma de demostrar valor y coraje. Cada jinete alquila su caballo. Aparte, desde el velatorio comienza el consumo de bebidas embriagantes. Muchos participan ebrios en la cabalgata, y si alguien pierde la vida es señal de que será un buen año.

    Esta carrera se efectúa de las 6 a las 12 horas. Hay un receso de dos horas y se reinicia a las 14 horas, para culminar a las 18 horas, período en el cual corren de un extremo a otro de la pista de tierra, que es circulada con parales de madera. Como pista se ocupa una de las calles principales del municipio. Los cofrades controlan quiénes salen o entran del área ceremonial.

    El ritual representa un orgullo para cualquier todosantero, porque es un sacrificio para los ancestros. El jinete que sacrifica su vida, su nombre forma parte de la historia de las tradiciones del pueblo. Esa acción deja claro de dónde venimos.

    Aquí en Santa Ana Huista empezaron esta tradición los primeros todosanteros que vinieron como arrendantes, pero no tardó mucho en desaparecer.  Era el campo de aviación, allá en Lop, donde se ponía alegre. Lastimosamente no tardó mucho, como ya lo dije amigos”.

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 12

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    -Esa cruz que ven en medio del cementerio, es la llamada “Cruz Grande”. Miren, esa señora la adorna y se adorna en memoria de todos aquellos difuntos que están en otro camposanto  o por aquellos que no descansan en un cementerio, como mi compadre  que secuestraron y mataron y que jamás hallamos su cuerpo-, dice tío Chema.

    Ahora toma la palabra Juan de Dios:

    -Cuando yo era un ixtío, mi abuelo me contaba que aquí habían pasado cosas extrañas, como la historia de aquellos enamorados.

    -Imagino que te referís a aquellos patojos enamorados-, interrumpe tío Chema.

    -Esa historia es cashé, pero da miedo-, comenta Pedro Ixim.

    -Es tuanis. Cuéntela tío Chema-, solicita Juan Huista.

    -Aquí, como en otros cementerios, han pasado cosas raras-, revela tío Chema, mientras desnuda con la mirada, a dos hermosas señoritas que leen la lápida del poeta extranjero en su propio pueblo…

    Después de lograr su cometido…, de los labios del legendario santaneco, brota magistralmente la leyenda:

    -Bueno, resulta que unos  patojos que estaban bien colgados, decidieron casarse…

    Seis  días faltaban para la boda. Las invitaciones ya se habían hecho, y el sacerdote de Jacaltenango  ya estaba apalabrado y vendría a oficiar la ceremonia.

    El casamiento estaba en boca de todos. Hay casorio muchá, decían en todas partes. Y es que en estos pueblos, todo se sabe muy rápido. Y como en bodas, cumpleaños, posaditas y en cualquier chonguengue, todos se van de colada.  Qué tu invitación ni qué ocho cuartos.

    Esperaba la gente un fiestón pues, con tamales y cusha, y desde luego, música de marimba.

    Se comentaba que estaría la marimba de don Gumersindo Palacios Flores. Y otros tigüileros que vendría Chapinlandia.  Puras babosadas muchá, pues el tata del patojo apenas tenía pisto. Al final, iba a tocar  la marimba de don Goyo Vicente, buena marimba, eso sí.

    El vestido de novia se lo encargaron a una de las mejores costureras del pueblo, doña Lida.

    Tres días antes estaba terminado. La patoja  lo recibió recontenta, se lo probó y lo guardó en un cofre.

    Un día después de haber recibido el vestido, enfermó. Se puso remal la pobre güira. Como de costumbre, fueron a la farmacia “Mesofil”, propiedad de don Filomeno Hernández Domínguez, secretario municipal;  y a los curanderos.

    Las medicinas y las curas que le dieron no le sirvieron en nada. Nomás gastaron su pistío. Se puso peor. Y ni modo: la boda se suspendió, para más adelante, para cuando la patoja estuviera bien. Asegún ellos.

     

    Pasó el tiempo, y nada. La pobre estaba cada vez más jodida. Y el traido estaba muriendo de tristeza.  Pero a pesar de todo, seguían con la ilusión de casarse.

    -Te vas a poner bien-, le decía el pobre güiro.

    Y ella no dejaba de chillar.

    Por supuesto que los padres de la chamaca no  se quedaron con los brazos cruzados. Vendieron el terrenito, los dos coches, la cabra, el burro y todo lo que tenían, con tal de que se curara.  Hacían todo lo que les aconsejaban, con decirles que le dieron leche de burra, miados de angurria,  caldo de zope y la chilqueban,  pero nada. Mandaron a traer a un famoso curandero de Comalapa, y nada. Sepa tata Dios qué tenía la patoja.

    En el pueblo se chismoseaba de un trabajito o de brujería. De la venganza de una patoja despechada que quería al traido.

    El pobre novio no dormía por velar, no trabajaba, no comía, no  hacía nada más que estar con ella día y noche.

    —Buscate otra mujer-, decía ella.

    -Comé será vos, cómo vas a creer semejante cosa-, respondía él.

    Y  la muchachita no mejoraba, cada día estaba peor. Desmejorada, demacrada, sin fuerzas, que no se podía parar. De una vez la pobre.  Las canillas parecían chucules o chiriviscos. La verdad es que todos nos sentimos muy tristes porque los patojos se querían mucho y no era justo cómo la vida los trataba.

    Una noche, ella le dijo:

    —Quiero que me vistás con mi traje de novia. Hacete la volada, ahora que todavía estoy viva.

    —No hablés así, que se oye feo. Ya te vas a poner buena.

    —Por favor, hacelo, si es que me querés todavía.

    —Está bueno pué

    El joven sacó del cofre el traje blanco. Desvistió a la novia y el escuálido cuerpo lo aterró. Aquel cuerpo sensual, bello y chulo, había desaparecido.  Parecía momia la pobre. Sus chiches aguadas de una vez, como jícaras mulcatías. Parecía cuerpo de una viejita de  noventa años.

    La vistió.

    También pidió que la peinara, que le echara vaselina en el pelo; que le pintara los labios y los cachetes, y que le echara su loción de siete machos. Y el novio le cumplió su deseo.

    — ¿Cómo me veo? ¿Estoy bonita?—, preguntó.

    —Sí, estás rechula —mintió él.

    —Dame un beso —pidió ella.

    Después del beso, se acostó y él la tapó con un poncho de esos que vienen a vender desde Momostenango cuando es Cuarto Viernes  de Cuaresma.

    Ella cerró sus ojos, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas,  y en sus labios se dibujó una sonrisa. Y de pronto, la latidera de la chuchada asustó a todo el pueblo, y una mariposa negra se paró en la frente de la patoja.

    —Despertá—le ordenó él.

    Pero ella ya jamás despertó. Se murió la pobre patoja.

    Fue muy triste. Hubieran visto el gentío que llegó al velorio y al entierro.  Y es que para todo somos shutes, noveleros…

    -Con razón, el maldito búho estuvo cantando durante muchas noches-, dijo su madre.

    El tiempo pasó.

    Después de la muerte de la patoja, él se puso a chupar día y noche, como si el guaro se fuera a terminar, y se mantenía casi todo el tiempo en el cementerio, donde dormía.  Se volvió charamilero.

    Sí, así como lo oyen ustedes: por las noches se iba a dormir sobre la tumba de su traida.

    Los familiares del muchacho hicieron cuanto pudieron, pero de nada sirvió.

    Y cada día los chismes sobre el patojo. Decían las viejas argüenderas que por las noches la difunta salía de la tumba y que mantenía relaciones sexuales.

    -Yo los he visto desnudos sobre el panteón haciendo sus cochinadas- repetía una chismosa.

    Todos los días, anocheciendo, después de vagar por el pueblo, el pobre patojo se iba rumbo al cementerio.

    Pero un día, ya no apareció en el pueblo, y alarmados, lo fueron a buscar al camposanto. Tremendo susto se llevaron cuando encontraron dos esqueletos abrazados sobre el panteón de la muchacha.

    Un esqueleto estaba vestido con un traje de novia, y el otro, con la ropa sucia, vieja  y rota, como la que usan los charamileros…

     

    -Muy interesante-dice John, mientras anota en su libreta.

    -Púchicas, ya me dio miedo muchá-, confiesa Pedro Ixim.

    -Pitudo sos vos Pedro-, bromea tío Chema.

    -Cheque, diría yo-, se mofa John.

    Y Juan Huista propone: Mandemos a la chingada al miedo con otros tragos de comiteco.

    -Que role el comiteco pué-, insinúa Pedro Ixim.

    Y siguen consumiendo licor.

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 11

    Marcha 3

     

    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    El 2 de noviembre, continúa la fiesta, como ya se dijo.

    Años después, Juan de Dios escribió: “Los días uno y dos de noviembre, se celebra el día de los santos y de finados. Las mujeres  se dedican con anticipación a confeccionar flores, chalinas y coronas de diversos colores y formas para adornar  a sus muertos niños, el primer día y a los muertos grandes el segundo día”.

    El Día de Muertos es una celebración que honra a los ancestros durante el 2 de noviembre, coincidiendo con la celebración católica del Día de los Fieles Difuntos.

    Los orígenes de la celebración del Día de Muertos  pueden ser trazados hasta la época de los indígenas de Mesoamérica. En la época prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

    Cuando los invasores españoles llegaron a América en el siglo XV, ellos estuvieron aterrados por las prácticas paganas de los indígenas, y en un intento de convertir a los nativos americanos al catolicismo movieron el festival hacia fechas en el inicio de noviembre para que coincidiesen con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas, según varias fuentes.

    Un grupo de indígenas, en compañía de una marimba de tecomates, tambor, pito y chirimía, llega. Frente a la cruz grande se arrodilla y reza. Los indígenas  ofrendan su música. El tambor, el pito, el tambor y la chirimía cantan de manera tal, que hasta las piedras se inquietan…Luego, depositan flores silvestres  y   encienden velas de diversos colores. Posteriormente van a seguir con el rito a una tumba de tierra y arena blanca que se yergue bajo la sombra del frondoso conacaste. Esparcen hojas de pino, queman pom e incienso. Beben guaro de olla y con la boca rocían todo el panteón.  Ofrecen una danza.  El pito, el tambor, la chirimía y la marimba de tecomates  derraman su música. Danzan, consumen licor, besan  la tumba y cantan en su idioma.  Cuatro ancianas permanecen de rodillas en cada esquina de la tumba vieja. Rezan. Cantan.  El musgo incrustado en el panteón  antiguo  narra historias.

    -Los tres ejecutantes de chirimías o “chirimiteros”  son Shushcatal o Jesús Catalino; Shushquej o Jesús Gaspar y Shushmac o Jesús Miguel- dice don Próspero Morales.

    Siguen observando, mientras mastican silencio.

    -Se dice-explica tío Chema-, que ahí está enterrado  un cacique indígena.

    -Mi nana me contó que ahí está enterrado el rey Huistok-, comenta Pedro Ixim.

    -Y Juan de Dios replica:-Pienso que al hablar del rey Huistok, lo hacemos a nivel hipotético.

    Guardan silencio y siguen observando a los indígenas.

    Lo cierto es que en esa tumba senil   descansan las cenizas de algún personaje muy importante.

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 10

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    Los barriletes gigantes y sus principales características

    Mezcla de artesanía

    Son elaborados con delicadeza y dedicación, para lo cual conjuga una extensa mezcla de artesanía, colorido y tradición, costumbrismo y folklore, así como los diferentes problemas sociales que afectan a nuestra sociedad, que plasman los participantes, llevando un trabajo laborioso de varios meses, de paciencia e imaginación.

    Materiales

    El armazón o estructura se forma con caña de veral o de castilla, caña de bambú, que se utiliza dependiendo de las dimensiones de los barriletes.

    Esta estructura se forma la noche del treinta y uno de octubre. Dicha estructura es amarrada con cáñamos o lazos y alambre de amarre hasta adquirir la tradicional forma poligonal. A esta actividad se le denomina “Lunada del Barriletes”.

    Papel de china

    Se constituye en base fundamental para la elaboración de los barriletes por su gran variedad de colores y su transparencia, ya que esto contribuye grandemente a una magnífica y colorida apreciación con los rayos solares.

    La cola del barrilete

    También conocida como Patzunga, tiene como función darle balance al barrilete permitiendo que, al producirse su elevación, no tienda a irse de lado. Se elabora de retazos de tela que son sobrantes de los trabajos que realizan los maestros sastres de la localidad.

    La longitud de la cola o patzunga es acorde al tamaño del barrilete. En su elaboración se utiliza una pita trenzada gruesa que va en el centro, luego se colocan los retazos de tela, atravesando la pita trenzada.

    Sumbadora

    Es un retazo de papel de china pegado a una pita, colocada en la parte superior del barrilete, es sostenido por dos cañas que están unidas a la armazón del barrilete”.

     

    John, escribiría años después: “En la profundidad de un cielo azul, claro y lleno de sol, se mecían los barriletes de diferentes colores cuyos dueños procuraban “encumbrarlos”.

    Durante esta celebración, en el cementerio, unos se  dedican a los juegos de azar, otros se embriagan y otros bailan, en el salón que antaño fue una galera. Y como siempre: algunos comen y beben por los difuntos…

    Y algunos ancianos relatas anécdotas referentes a esta festividad.

    Durante la noche del día de los santos, sale un grupo de católicos, con matates y redes, a visitar la mayor parte de las casas de la población, con su letanía de: “Ángeles somos, del cielo venimos, ayote pedimos…” ellos piden comestibles, frutas, y todo cuanto sea posible de comer.

    Y ciertamente las gentes les dan elotes cocidos y crudos, yucas, güisquiles cocidos, camotes, ayotes en dulce, hasta comida o tamales.  Todo lo que recolectan amanece en el altar de la iglesia, tendido en cuyo montón figuran no solo las verduras cocidas mencionadas, sino también diversas clases de frutas como naranjas, limas, guineos y otras de la temporada.

     

    Es evidente pues que estas celebraciones han tenido variantes con el tiempo.

     

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 9

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida

     

    El Huisteco, en su edición del día 1 de noviembre, página 11, publicó el siguiente reportaje:

    El Festival de Barriletes Gigantes de Sumpango inició en 1978, y se realiza desde entonces cada año el 1 de Noviembre, en la celebración del Día de los Muertos o de Todos los Santos. Esta tradición de  elevar al cielo cometas multicolores se remonta a tiempos ancestrales, pues, anualmente las familias del área recuerdan a los parientes fallecidos.

    De acuerdo con una leyenda popular del municipio, cada 1 de noviembre  los espíritus malignos invadían el cementerio para molestar a las ànimas buenas que descansaban en este recinto. Tal incomodidad causaba que las almas de los muertos vagaran inquietas por las calles y viviendas humildes de Sumpango.

    El relato histórico indica que como el problema persistía con cada advenimiento del “Día de los Difuntos”, los sumpagueros decidieron  consultar el fenómeno con los ancianos. La solución, recomendada por los guías de la comunidad, fue forzar la retirada  de los intrusos mediante inducir el choque de pedazos de papel contra el viento.

    En Guatemala los barriletes pequeños  son mencionados ya hacia principios del siglo XVII por el padre Tomás Gage, en su crónica intitulada “Viajes de Tomás Gage a la Nueva España y Guatemala entre 1625 y 1637”.

    Tomás Gage entre sus acuciosas observaciones señala que para aquellos años, en el valle de las vacas, Pinula, Mixco, valle del Rodeo, Amatitlán y Petapa, los niños y jóvenes volaban un tipo de cometa llamado “barrilete” para los días del uno y dos de noviembre, como expresión propiciatoria de conmemoración de los días de los Difuntos. El padre Fray Francisco Vásquez a mediados del siglo XVII, cronista de la orden Franciscana, refiere como una costumbre evangelizadora franciscana el vuelo de los pequeños   barriletes en los pueblos del altiplano occidental, aprovechando los vientos de octubre y noviembre,  relacionándola  también con el jubileo de los difuntos y los santos.

    Sin embargo, hasta el momento no se ha encontrado el hilo histórico preciso de los barriletes gigantes  de San Agustín  Sumpango y su pueblo vecino Santiago Sacatepéquez. Lo único que puede afirmar con certeza es el hecho que dicha región formó parte de una provincia franciscana.  Como hipótesis se puede inferir  que los barriletes pequeños, que se volaban desde los tiempos tempranos para el día de los muertos, fueron adquiriendo un nuevo significado y reelaborados por los habitantes Kaqchikeles  de Sacatepéquez, ya que, dentro de las cosmogonía prehispánica, también se celebra un espacio dedicado a los antepasados en una ceremonia especial denominada “Watzkib B’atz’”.

    Por otra parte, en el mundo prehispánico, las deidades de la muerte de “Xibalbá” vinculaban esencialmente con “Ah puch”, la cual moraba en el inframundo, necesitaba entrar en contacto y equilibrio con la deidad dual del supramundo representada por “Corazón del cielo”, “Corazón de la tierra” y por Ixmucané, la Gran Abuela Formadora. Los rituales de comunicación, lo constituían ceremonias con “pom” y humo sacro perfumado que junto a las oraciones, se elevaban al cielo y se perdían en el infinito.

    En particular esta ceremonia cultural era muy importante para la comunicación entre antepasados y vivos. Para los habitantes  de Sacatepéquez fue posible ligar entre los pequeños  barriletes que se elevaban al aire, elaborados por las familias patriarcales y aquel ancestral humo sacro. Es indudable que la mano santa de la evangelización está presente en todo momento en estos procesos  iniciales.

     

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  • Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 8

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    Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida.

     

    A mediados de octubre, cuando el viento es propicio, es habitual ver a los niños volando barriletes en algunas calles de este poblado huehueteco que queda a 100 kilómetros de la cabecera departamental y  a 355 kilómetros de la capital.

    Sin embargo, muchos ignoran su origen.

    “Se vuelan barriletes en el cementerio -afirma don Filomeno Hernández- , pues se cree que éste porta mensajes que llegan a los dioses, según la creencia de los indígenas, y los ladinos dicen que no a los dioses sino a Dios. Es importante señalar que los barriletes  son el medio en el cual las almas bajan a nuestro mundo.  Esto nos enseñaron nuestros tatas”.

    El exalcalde Austreberto González  Morales opina: “Los días 1 y 2 de noviembre cada familia trae al cementerio su propio barrilete y lo hace volar. Es muy alegre. Es esa la forma de llamar a los finaditos, quienes según el color   identifican a sus parientes y logran unirse a éstos gracias al hilo que sirve como conductor”.

    Y agrega el señor González: “Cuando el ritual termina, los barriletes son quemados para que los muertos regresen tranquilos a su morada. Esto de la quema se hace en donde está la cruz grande, en el mero centro del camposanto. Se cree que   si los barriletes no se queman, las almas ignoran que ha llegado la hora de partir, y se quedarán en la tierra fastidiando a todo mundo. No es cosa sencilla”.

    Eso es cierto muchá-interviene tío Chema, y agrega-: en varios puntos de Guatemala, la cosmovisión prehispánica y la religión católica se entrelazan, como se observa en Santiago y Sumpango Sacatepéquez, donde se efectúan los famosos festivales de barriletes gigantes, que consisten en la exhibición de estos y en hacerlos volar. Los barriletes que se utilizan en la categoría de exhibición deben ser de entre 10 y 22 metros de diámetro, y los de vuelo, de tres a ocho metros de diámetro.

    Según la tradición oral, los barriletes representan la unión del inframundo con el mundo de acuerdo con los criterios cosmogónicos  de los indígenas. Es la vía de enlace  entre los muertos (“los santos”) y los vivos.

    El 1 de noviembre, el Dios –Mundo libera a las almas de los antepasados del  inframundo y durante veinticuatro horas los espíritus tienen la libertad  de visitar los lugares en que vivieron y sobre todo, a sus descendientes. Los vivos, por su parte, tienen que estar preparados para recibir a sus espíritus, porque si estos no encuentran buena acogida dentro de su familia, son capaces de infligir daños a las cosechas, causar enfermedades y atentar contra la existencia de los vivos.

     

    El ritual para recibir a los muertos  es riguroso: la familia se levanta muy temprano, a la salida del sol  del 1 de noviembre, esparce flor de muerto en el umbral  de la puerta de su casa y cuelga ramo de las mismas flores  en los marcos de las ventanas y de cualquier abertura que tenga la vivienda. Todo esto sirve para guiar a los espíritus  e indicarles que no se les ha olvidado y que son bienvenidos en sus viejas moradas.

    El altar que se construye en la casa se adorna también con flores de muerto, además  de la ofrenda  a los antepasados  como licor, pan, agua, frutas, café, pozol, pixques, atol de elote y candelas. Después de preparar la casa y el altar, toda la familia  se dirige al cementerio  para “adornar” o “vestir” las tumbas, generalmente pequeños túmulos de tierra  calcinada por el sol. “Vestir” una tumba  consiste en esparcir  flor de muerto a todo lo ancho y largo, colocando coronas de ciprés en la cabecera”.

     

    -¿Y cuál será el chiste de los barriletes pues?-interrogó uno de los tantos ahijados de tío Chema que pasó a saludar.

    -Chiste no vos-respondió doña Elena, quien explicó: Existe una leyenda tradicional en donde se indica que hace muchos años en el camposanto de Sumpango, el día de los difuntos era invadido por espíritus malignos que llegaban a ocasionar molestias a las buenas viviendas de la población.

    Según la leyenda los moradores de la época, dada la situación que prevalecía todos los años, decidieron consultar el fenómeno. La respuesta fue que el único medio para forzar la retirada de los espíritus del mal consistía en provocar que el viento chocara con pedazos de papel, cuyo sonido resultante, los alejaría en forma inmediata a los malos espíritus.

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