Mombasa
Te vivì olvidada, en la cuna del tiempo
melancòlica, callada
ante el bullicio de un extraño verdugo.
Al destino de la noche estrellada
sin luna plateada, sin suspiro
sola, a la sombra y en el regazo
de tu madre Kenia.
Eres una niña, triste, pequeñita
con vocecita de antaño
que talvès alguien escucha,
actuando con muchas razones
al margen de una realidad hipnotizada
cargada de decisiones extrañas
que viven de tì, mi perla divina.
Con carita de aurora, te veo en silencio,
quebrandose mi alma, mi alma morena
de sol, de amargura, de rojos colores y grandes luceros
de raices presentes y esplendores en sombra.
Me pediste agua mi angel querido
yo solo pude darte un lucero y mi alma completa
bañada en la lluvia de un dìa
con la luz de esperanza
de un sueño ya ido.