Dìa de los Santos en Santa Ana Huista, Huehuetenango 1
Autor Invitado: Elder Exvedi Morales Mèrida
Es noviembre.
Los barriletes multicolores invaden el cielo traslúcido de Santa Ana Huista.
Las hojas del calendario están por alzar el vuelo en un santiamén…
Y Juan de Dios y John están echando raíces en la cuna del maíz…
Echando raíces, echando raíces, echando raíces…
El cementerio luce diferente.
En el umbral del camposanto, está una lápida con el siguiente texto poético:
HE AQUÍ EL CEMENTERIO
He aquí el cementerio hermano:
Destino de nuestro ser corporal,
donde volvemos al suelo, al final:
al beato polvo, tarde o temprano.
Aquì, ni el poder, ni la riqueza,
ni fama, ni tìtulos o pobreza,
hacen excepciòn ò discrepancias,
porque polvo somos sin jactancias.
Hermano; He aquì el camposanto:
Donde tornamos al polvo sacrosanto.
A las cinco de la mañana, llegaron muchas personas. Como de costumbre, quemaron un cohete de vara. En ese momento procedieron a limpiar de maleza el sitio que les correspondía, y luego a regar las olorosas hojas de pino y colocar las flores y otros adornos que llevaban para tal fin. Posteriormente extendieron la comida preparada para obsequiar a los difuntos. Comenzaron a ingerir el primer trago a la vez que derramaban buenas porciones sobre la cabecera de la tumba por donde está la cabeza del fallecido. Siguieron los tragos hasta el momento en que todos hombres y mujeres se encontraban borrachines, lo cual dio lugar a que se pusieran a cantar y a sollozar al mismo tiempo, indudablemente haciendo recuerdos de quienes ya habían partido…