Poesia
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Como tú
Autor Invitado: Roque Dalton
Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas,
el paisaje celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.
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Hermana
Ya muy entrada la tarde divisè tu silueta,
caminabas sola con el aroma del bosque
de los ârboles de nuestro cerro; nuestro hogar
tu sonrisa aterciopelada, suave tu mirada
dejaron sin preguntas, tampoco respuestas de presente.
La luz del atardecer nos acompañò por los senderos del Alux
arrancando tù, las càscaras de pino y de ciprès
encendièndo la llama con nuestras hermanas;
el amor, quimera de nuestros profundos deseos
…Te esfumaste… desaparecièndo en la tenue neblina
obscuridad total de noche sin luna
El silencio quedò con nosotras, tu esencia se impregnò
en el viejo encino, que sigue dando sombra y cobijo
…calor de nuestros antepasados.
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Latinoamerica
Calle 13 – Latinoamérica
Latinoamérica
Soy… Soy lo que dejaron
Soy toda la sobra de lo que se robaron
Un pueblo escondido en la cima
Mi piel es de cuero, por eso aguanta cualquier clima
Soy una fábrica de humo
Mano de obra campesina para tu consumo
Frente de frío en el medio del verano
El amor en los tiempos del cólera ¡Mi hermano!
El sol que nace y el día que muere con los mejores atardeceres
Soy el desarrollo en carne viva
Un discurso político sin saliva
Las caras más bonitas que he conocido
Soy la fotografía de un desaparecido
La sangre dentro de tus venas
Soy un pedazo de tierra que vale la pena.
Una canasta con frijoles
Soy Maradona contra Inglaterra
Anotándote dos goles
Soy lo que sostiene mi bandera
La espina dorsal del planeta, es mi cordillera
Soy lo que me enseñó mi padre
El que no quiere a su patria, no quiere a su madre
Soy América latina
Un pueblo sin piernas, pero que camina
¡Oye! Tú no puedes comprar al viento
Tú no puedes comprar al sol
Tú no puedes comprar la lluvia
Tú no puedes comprar el calor
Tú no puedes comprar las nubes
Tú no puedes comprar los colores
Tú no puedes comprar mi alegría
Tú no puedes comprar mis dolores
Tengo los lagos, tengo los ríos
Tengo mis dientes pa’ cuando me sonrío
La nieve que maquilla mis montañas
Tengo el sol que me seca y la lluvia que me baña
Un desierto embriagado con peyote
Un trago de pulque para cantar con los coyotes
Todo lo que necesito
Tengo a mis pulmones respirando azul clarito
La altura que sofoca
Soy las muelas de mi boca, mascando coca.
El otoño con sus hojas desmalladas
Los versos escritos bajo la noche estrellada
Una viña repleta de uvas
Un cañaveral bajo el sol en Cuba
Soy el mar Caribe que vigila las casitas
Haciendo rituales de agua bendita
El viento que peina mi cabello
Soy, todos los santos que cuelgan de mi cuello
El jugo de mi lucha no es artificial
Porque el abono de mi tierra es natural
No puedes comprar mi vida
Mi tierra no se vende
Trabajo bruto, pero con orgullo
Aquí se comparte, lo mío es tuyo.
Este pueblo no se ahoga con marullo
Y si se derrumba, yo lo reconstruyo
Tampoco pestañeo cuando te miro
Para que te recuerdes de mi apellido
La operación Cóndor invadiendo mi nido
¡Perdono, pero nunca olvido!
¡Oye! Aquí se respira lucha.Yo canto porque se escucha
Aquí estamos de pie
¡Que viva la América!
No puedes comprar mi vida
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Bùsqueda
Yo busco mi rostro antes de la creaciòn del universo.
Para fundir mi reflejo con el alma del mundo, de todos los seres
y de mis creadores.
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Silencio Cerca de una Piedra Antigua
Autor Invitado: Rosario Castellanos
Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras
como con una cesta de fruta verde, intactas.
Los fragmentos
de mil dioses antiguos derribados
se buscan por mi sangre, se aprisionan, queriendo
recomponer su estatua.
De las bocas destruidas
quiere subir hasta mi boca un canto,
un olor de resinas quemadas, algún gesto
de misteriosa roca trabajada.
Pero soy el olvido, la traición,
el caracol que no guardó del mar
ni el eco de la más pequeña ola.
Y no miro los templos sumergidos;
sólo miro los árboles que encima de las ruinas
mueven su vasta sombra, muerden con dientes ácidos
el viento cuando pasa.
Y los signos se cierran bajo mis ojos como
la flor bajo los dedos torpísimos de un ciego.
Pero yo sé: detrás
de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa,
y alrededor de mí muchas respiraciones
cruzan furtivamente
como los animales nocturnos en la selva.
Yo sé, en algún lugar,
lo mismo
que en el desierto cactus,
un constelado corazón de espinas
está aguardando un hombre como el cactus la lluvia.
Pero yo no conozco más que ciertas palabras
en el idioma o lápida
bajo el que sepultaron vivo a mi antepasado. -
Mi Rostro
Tomado de Aqajtzij (Palabramiel).
En el agua veo mi rostro.
No éste que ves.
El agua no es espejo.
Mi puro yo
está más allá
de lo que soy -
Las Lucièrnagas
Autor Invitado: Humberto Ak‘abal
Las lucièrnagas son estrellas que bajaron del cielo
y las estrellas son lucièrnagas que no pudieron bajar.
Apagan y encienden sus ocotìos, para que les dure toda la noche.
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Llora El Fogòn
Autor Invitado: Briceida Cuevas Cob
El fogón me cuenta su historia.
Su aliento golpea mi rostro.
Me enseña sus heridas,
rostro chamuscado,
cenizas moribundas,
la deformidad de sus llamas.
Ardo en su angustia.En silencio
le concedo mis ojos para que llore.
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Pelota de Voz
Autor Invitado: Briceida Cuevas Cob
Al pozo no le gusta que le tires piedras.
Lastimas su quietud.
Ese juego no le agrada.
Si quieres jugar con él,
haz de tu voz una pelota,
arrójala,
verás que te la devuelve. -
La Ceiba
Kiwujil ri Xalija’, Maya’ Wuj, 2018
Nos dijeron, » De la ceiba que encontramos en el camino hicimos nuestro bastòn. Lo trajimos desde la entrada a Tulan. Por este emblema nos llamamos Kaqchikeles; somos la naciòn de la ceiba, vosotros hijos nuestros»
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